miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL NOVECENTISMO

TEMA 7

EL NOVECENTISMO

La civilización europea se derrumbó con la Gran Guerra, que dejó a los países vencedores en la bancarrota y ocasionó el desmoronamiento de buena parte de los regímenes europeos. Europa se hunde en una depresión económica que propicia el auge del fascismo italiano y de otros movimientos autoritarios.

En el campo del arte y la cultura, el primer tercio del siglo XX es particularmente fértil. Se producen multitud de movimientos estéticos, caracterizados por su afán experimental y su voluntad rupturista.

Durante la guerra mundial España se mantuvo neutral. El crecimiento que se produjo a nivel económico no sirvió para mejorar la situación social. El resultado fue la intensificación de la lucha de clases, que culminó con la huelga general de 1917.

El novecentismo es un movimiento cultural que, en la segunda década del siglo XX se opone a cuanto se consideraba propio del ochocientos. La decadencia del modernismo es patente y las revistas literarias preconizan una literatura diferente. Una de ellas, la Revista de Occidente, fundada por Ortega y Gasset en 1923, se convirtió en la publicación más notable y órgano de expresión de la nueva intelectualidad: Ortega, D´Ors, Azaña, Marañon, etc. Por su cercanía con la fecha de la 1ª guerra mundial a los novecentistas se les conoce también como generación del 14.

Los novecentistas son intelectuales sólidamente formados, cuyas características fundamentales son las siguientes:

  1. Racionalismo. Los escritores buscan el rigor intelectual, el análisis frío y objetivo de las circustancias y la claridad expositiva.
  2. Antirromanticismo. Se rechaza lo sentimental y pasional, y se prefiere lo clásico y la expresión intelectualizada de las emociones.
  3. Defensa del arte puro. El arte tiene que limitarse a proporcionar placer estético y no ha de ser vehículo de preocupaciones religiosas o políticas ni de emociones privadas.
  4. Aristocraticismo intelectual. Se concibe el arte para minorías, o como diría Juan Ramón Jiménez, para la inmensa minoría.
  5. Estilo cuidado. Extrema preocupación por el lenguaje, se persigue un estilo pulcro y depurado.

Los novecentistas participaron también en la vida política. Se mostraron partidarios del bando aliado durante la guerra mundial, con el que identifican los ideales de libertad, cultura y progreso. Se consideran europeístas, porque piensan que la modernización de la vieja España tiene que tener como horizonte la Europa industrializada y liberal. Son seguidores de los pensadores krausistas.

Al tiempo que los novecentistas imponen su nueva mentalidad en España, en Europa se desarrollan las vanguardias, que comparten muchos rasgos con el novecentismo, por lo que es difícil establecer una frontera tajante entre ambos movimientos.

El rasgo general de las vanguardias es su voluntad de experimentación. En literatura, los movimientos más relevantes son el Expresionismo, cuya estética rechaza que el arte sea una mera representación de la realidad, el Futurismo, que considera que el arte se debe al futuro, y rechaza todo lo pasado; el Cubismo, consecuencia del cubismo pictórico, que busca fragmentar la realidad para reelaborarla creativamente. Son muy importantes los aspectos visuales: tipo de letra, disposición tipográfica, etc; el Dadaísmo, que tiende al absurdo, a lo ilógico y al primitivismo; y el Surrealismo, que se desarrollará en las décadas posteriores.

Los ecos de las vanguardias llegan pronto a España. Uno de sus máximos propagadores fue Ramón Gómez de la Serna. El primer movimiento que influyó en España fue el Creacionismo, que trajo a España el chileno Vicente Huidobro, y que influyó en las obras de Gerardo Diego y Juan Larrea. Junto a él destaca el Ultraísmo, que destaca por la experimentación formal y temática. Destacan Jorge Luis Borges y en España Guillermo de la Torre.

La forma de expresión preferida de los novecentistas fue el ensayo. Destacan los siguientes autores:

José Ortega y Gasset. Destacan sus ensayos Meditaciones del Quijote, España invertebrada, El espectador, La deshumanización del arte.

Eugenio D´Ors. Gran animador de la cultura catalana. Fue también crítico de arte.

Manuel Azaña.

En lo que se refiere a la novela, se advierte un carácter renovador, que se observa en los siguientes escritores:

Gabriel Miró. Su prosa muy elaborada que busca la perfección formal. Destacan las prolijas descripciones de sensaciones y ambientes, con una acción mínima. Lo lírico supera así a la narración. Destacan obras como: Las cerezas del cementerio, El obispo leproso, Nuestro Padre San Daniel.

Ramón Pérez de Ayala. Sus primeras obras tienen un componente autobiográfico. Tinieblas en las cumbres, Troteras y danzaderas, A.M.D.G, y La pata de la raposa.

Posteriormente realiza novelas intelectuales que reflexionan sobre los temas más diversos. La novela se acerca al ensayo. Belarmino y Apolonio, Tigre Juan, Luna de miel, luna de hiel.

Ramón Gómez de la Serna. Pionero en la introducción de las vanguardias en España, escribió ensayos, biografías, relatos cortos, teatro y novelas. Lo más característico de su producción son las greguerías, mezcla de metáfora y humor. De sus novelas destacan: La quinta de Palmyra, el torero Caracho.

En poesía, a partir de 1914 se da por terminado el modernismo. El esfuerzo de renovación más profundo lo lleva a cabo Juan Ramón Jiménez. Su época intelectualista se inicia con Diario de un poeta recién casado ( 1917), que rompe con el modernismo. La desaparición de lo anecdótico lleva a una poesía desnuda o pura. Sus libros siguientes continúan el proceso de intelectualización Eternidades, Piedra y cielo, La estación total.

El teatro se nutre de las comedias de salón de Benavente y sus sucesores: Carlos Arniches o los hermanos Alvarez Quintero. Continúan los intentos de renovación por parte de Galdós, Unamuno o Gómez de la Serna. Uno de los mayores intentos de renovación lo llevó a cabo Jacinto Grau

Valle Inclán comenzó su obra dentro de la estética del modernismo: las 4 sonatas , para pasar posteriormente a la etapa de primitivismo: Aguila de blasón, Romance de lobos, la trilogía de la guerra carlista. Su producción continúa en una línea de experimentación: Voces de gesta, La marquesa Rosalinda, etc. Su obra Luces de bohemia es clave en el giro radical que dio a su literatura. La estética del esperpento se prolongará en sus siguientes obras.

martes, 14 de diciembre de 2010

tema 6 LA NOVELA DEL 98

TEMA 6

LA NOVELA DEL 98

A partir de 1913, fecha en la que Azorín utilizó el concepto de Generación del 98 para referirse a los nuevos escritores de esta época, se extendió la distinción entre los escritores que se refugiaban en el esteticismo como rechazo del mundo, a los que se les dio el nombre de modernistas, y aquellos que, como Unamuno, Baroja y el propio Azorín, mostraban una actitud crítica ante la realidad, defendían la necesidad de cambios y adoptaban, a veces, un compromiso social y político. Estos últimos constituían la generación del 98. En realidad, la distinción no es tan evidente, ya que los escritores de ambos grupos mantuvieron una relación constante, tanto personal como literaria.

Modernismo y 98, independientemente de que sean considerados un único movimiento artístico o dos manifestaciones literarias diferentes, tienen algo en común: una intención de renovar la literatura hispánica del siglo XX en todos los géneros. No obstante, la poesía va a estar más relacionada con los escritores modernistas, y la novela y el ensayo con los del 98.

Dos circunstancias provocan la irrupción de estos autores en el panorama intelectual y literario español: el ambiente de crisis política, económica y moral que se vivía a finales del siglo XIX, agudizado por la pérdida de las últimas colonias en Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898 (acontecimiento que da nombre a esta generación), y el agotamiento de los temas y formas de la literatura anterior.

Por estas razones, los escritores del 98, entre los que se incluye a Unamuno, Azorín, Baroja, Maeztu, Machado, y parte de la obra de Valle Inclán, manifiestan, por un lado, su protesta contra las costumbres decadentes de la sociedad española y proponen una reforma total de las conductas sociales y morales de los españoles, y, por otro, defienden el subjetivismo, la visión personal de las cosas, frente a la fiel reproducción de la realidad que pretendían los autores del siglo XIX.

Pedro Salinas, poeta y ensayista de la generación del 27, en un ensayo, sostiene que estos escritores reúnen todos los requisitos para poder hablar de ellos como un grupo generacional: el nacimiento en fechas cercanas, la formación a través, fundamentalmente, de lecturas, las relaciones personales de amistad, y la presencia de un guía intelectual: el existencialismo de Schopenhauer y especialmente Nietzche.

LA NOVELA NOVENTAYOCHISTA

Los temas predominantes son:

  1. El tema de España, enfocado desde una visión subjetiva e individualista. Hay una intención clara de descubrir el alma de España por medio de:
  • El paisaje, en especial el de Castilla, en el que descubren el espíritu austero y sobrio del hombre castellano.
  • La historia, pero no la de los grandes acontecimientos, sino la del hombre anónimo y la de la vida cotidiana, a la que Unamuno llama intrahistoria.
  • La literatura, volviéndose a los autores medievales, como Berceo, Rojas o Manrique, y a los clásicos olvidados, como Góngora o Gracián. Muestran especial interés por Cervantes y el Quijote, y por Larra.

2. El tema existencial: la preocupación por el sentido de la vida, los conflictos psicológicos y religiosos. Las actitudes son distintas en cada autor: angustia y obsesión por el deseo de eternidad en Unamuno; preocupación por la caducidad de lo terrenal en Azorín; o la incredulidad religiosa en Baroja.

En cuanto a la técnica, el aspecto más característico es el rechazo a la expresión retoricista y grandilocuente, en busca de la sencillez y la claridad, sin perder la fuerza expresiva. Tienden a la precisión lingüística con un léxico impregnado de valoraciones subjetivas que expresen sus sentimientos íntimos.

INNOVACIONES NOVELESCAS

En 1902 aparecieron cuatro títulos que suponen una concepción nueva de la novela: La voluntad de Azorín; Camino de perfección de Baroja; Sonata de otoño de Valle Inclán; y Amor y pedagogía de Unamuno.

Todas tuvieron un aspecto en común: el deseo de renovar la prosa castellana, anclada en los modelos decimonónicos.

Las variaciones más importantes fueron:

· La novela se estructura en torno a un único personaje. Son héroes casi trágicos que evolucionan hacia una situación espiritual límite.

· Las obras están llenas de subjetivismo, en las que no importa tanto el reflejo exacto de las cosas sino la experiencia de éstas a través de la conciencia de un personaje.

· La crisis de valores burgueses, el fracaso vital se convierten en temas recurrentes.

· En cuanto a la estructura, rompen con el diseño tripartito: presentación, desarrollo del conflicto y desenlace. La novela introduce elementos ensayísticos y poéticos. Hay un predominio también de la reflexión y el diálogo cobra una gran importancia como forma de retratar la mentalidad de los personajes.

Además de los autores mencionados, otros autores que también renuevan el realismo anterior son Wenceslao Fernández Flórez, que emplea un humorismo crítico y pesimitas, y Eduardo Zamacois y Felipe Trigo, cultivadores de la novela erótica.

Esta nueva novela también la cultivan Valle Inclán y los escritores del novecentismo, como Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró

También en el primer tercio del siglo se produce una novela vinculada a las vanguardias, representada por Ramón Gómez de la Serna y Benjamín Jarnés.

AUTORES y OBRAS MÁS DESTACADAS

JOSE MARÍA RUIZ, AZORÍN

Fue abandonando, con el tiempo, sus ideas anarquistas para hacerse conservador. Sus obras más destacadas son La voluntad, Antonio Azorín ,Las confesiones de un pequeño filósofo, Los pueblos y Castilla. Las tres primeras son novelas peculiares, próximas al ensayo, que dan rienda suelta a sus reflexiones diversas y a evocaciones del paisaje, enlazado con un tenue hilo argumental. Los otros dos son colecciones de artículos y relatos que rememoran viejos recuerdos, o antiguas lecturas.

En sus obras parece que el tiempo se hubiera quedado suspendido. Hay una visión estática de las cosas y seres. Su prosa rompe con la estética realista, pudiéndose hablar de ruptura con la novela tradicional por la ausencia de hilo narrativo y la fuerte tendencia al intelectualismo. En ellas se da un predominio de lo descriptivo y discursivo.

PÍO BAROJA

Se dedicó casi exclusivamente a la novela. Para él la novela es un género en el que cabe todo: desde la reflexión filosófica o psicológica a la aventura, la crítica, el humor, etc.

Todo ello aparece en su obra, aunque su reverencia por la acción determina la preferencia por temas de aventuras. Sus protagonistas suelen ser seres inadaptados que suelen fracasar en su lucha vital. Es muy importante también el diálogo, sencillo y verosímill. En su estilo destaca, además, la maestría en la descripción. Destacan en muchas de sus novelas características propias del folletín: temas de aventuras, gusto por los bajos fondos o presencia de héroes tópicos.

El autor organizó sus obras en trilogías. Se suelen dividir en dos etapas. La primera se caracteriza por la variedad temática. Incluye alguna de sus mejores obras como Camino de perfección , El árbol de la ciencia o la trilogía “la lucha por la vida”. En la segunda etapa se observa el predominio del relato de transfondo histórico. Destacan Memorias de un hombre de acción.

MIGUEL DE UNAMUNO

Para Miguel de Unamuno la novela era un medio de interpretar la realidad. El ellas desarrolla los temas que le obsesionan. Sus novelas se centran en el conflicto íntimo de los personajes, generado por una estricta trabazón familiar.

Comenzó su producción con Paz en la guerra. Niebla, subtitulada “nivola”, presenta la lucha contra el determinismo, a través del enfrentamiento de su protagonista, Augusto Pérez, y su creador, el novelista. Abel Sánchez trata el tema del cainismo hispánico, es decir, al odio fraticida de origen bíblico basado en la envidia. San Manuel Bueno, mártir plantea el tema de la pérdida de la fe, a través de un cura rural que sustituye su falta de fe por la voluntad de creer.

RAMÓN Mª DEL VALLE- INCLAN

Su obra obedece al rechazo del realismo tradicional.

Comenzó su trayectoria dentro del modernismo, defendiendo su concepción aristocrática como expresión antiburguesa. Progresivamente introdujo innovaciones en su técnica novelística hasta culminar en el esperpento.

Las Sonatas ( de primavera, estío, otoño e invierno), escritas en forma de memorias representan una alegoría de la vida humana .Son una parodia de asuntos y actitudes de la literatura decadentista. El tema dominante es el amor carnal, la muerte y la religión.

La trilogía de “La guerra carlista” compuesta por Los cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera y Gerifaltes de antaño, dan una visión de la España tradicional (los carlistas), enfrentada a la liberal ( republicanos). Las novelas consideran que el liberalismo es el origen de los males de España y proponen modelo de sociedad carlista: sociedad patriarcal y arcaica.

Tirano Banderas constituye un experimento en el género de la novela histórica. Narra la caída del dictador Santos Banderas. Ofrece ya rasgos del esperpento.

El ruedo ibérico está constituido por una serie de novelas que pretendían abarcar un período de treinta años: desde el final del reinado de Isabel II hasta la guerra de Cuba. Solo concluyó dos novelas: La corte de los milagros y Viva mi dueño. Dejó inconclusa Baza de espadas.

Está concebido como una novela única sobre la sensibilidad española de la época, con la intención de desenmascaramiento propia del esperpento.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Tema 5 La Generación del 98

Hay un acontecimiento histórico sobre el que gravita la realidad de lo que se llamado generación del 98, o lo que más propiamente deberíamos denominar movimiento noventayochista, que entronca con el movimiento modernitas, pero que tiene unas peculiaridades, que en España, sobre todo, adquirieron gran empuje y difusión.

Por otra parte, el 98 es un acontecimiento histórico que en sí no es tan significativo como lo que subyace en él: el propósito regeneracionista que venía gestándose en la sociedad y cultura españolas. Los escritores regeneracionistas, entre los que destaca Joaquín Costa, fueron los antecedentes inmediatos de la generación del 98. Es un regeneracionismo fundamentalmente ideológico, económico y político, que conectó con los propósitos reformadores de la nueva estética modernista.

En general, cuando hablamos de la generación del 98 nos referimos a un grupo de escritores nacidos entre 1864 y 1875 a los que unía un fuerte sentimiento de frustración por la forma en que se habían liquidado los últimos vestigios del imperio español. Compartían las ideas del pensador alemán Schopenhauer, basadas en el pesimismo desencantado que provoca la angustia vital y el rechazo a la literatura de corte realista.

Pedro Salinas, poeta y ensayista de la generación del 27, en un ensayo, sostiene que estos escritores reúnen todos los requisitos para poder hablar de ellos como un grupo generacional: el nacimiento en fechas cercanas, la formación a través, fundamentalmente, de lecturas, las relaciones personales de amistad, y la presencia de un guía intelectual: el existencialismo de Schopenhauer y Nietzche.

A partir de 1913, fecha en la que Azorín utilizó el concepto de Generación del 98 para referirse a los nuevos escritores de esta época, se extendió la distinción entre los escritores que se refugiaban en el esteticismo como rechazo del mundo, a los que se les dio el nombre de modernistas, y aquellos que, como Unamuno, Baroja y el propio Azorín, mostraban una actitud crítica ante la realidad, defendían la necesidad de cambios y adoptaban, a veces, un compromiso social y político. Estos últimos constituían la generación del 98. En realidad, la distinción no es tan evidente, ya que los escritores de ambos grupos mantuvieron una relación constante, tanto personal como literaria.

Modernismo y 98, independientemente de que sean considerados un único movimiento artístico o dos manifestaciones literarias diferentes, tienen algo en común: una intención de renovar la literatura hispánica del siglo XX en todos los géneros. No obstante, la poesía va a estar más relacionada con los escritores modernistas, y la novela y el ensayo con los del 98.

La mayoría de los escritores tienen en común su actitud rebelde frente a los valores burgueses, ante los que adoptan diferentes posturas: el socialismo de Unamuno, el anarquismo inicial de Azorín, el carlismo de Valle Inclán. Tras su juvenil radicalismo, algunos de estos escritores defienden un nuevo mito: Castilla, en la que ven la esencia española y donde buscan valores antiguos en trance de desaparecer. El gusto por refugiarse en el pasado se advierte en el motivo de la ciudad muerte. No por casualidad es Toledo escenario de dos de las novelas más representativas de principios de siglo: Camino de perfección de Baroja, y La voluntad de Azorín. Les interesaba la realidad de las gentes sencillas, los sentimientos de las personas humildes que con su trabajo cotidiano dan vida a los pueblos; rechazaban la historia oficial. La religición fue una de las sus grandes preocupaciones. Criticaban a la jerarquía de la Iglesia y se dirigían a Dios, angustiados, preguntándose por la vida y la muerte. Las preocupaciones existenciales son recurrentes en las obras de casi todos ellos.

Los escritores del 98 cultivaron todos los géneros, aunque fue en la prosa en la que alcanzaron sus mejores logros.

En 1902 aparecieron cuatro títulos que suponen una concepción nueva de la novela: La voluntad de Azorín; Camino de perfección de Baroja; Sonata de otoño de Valle Inclán; y Amor y pedagogía de Unamuno.

Todas tuvieron un aspecto en común: el deseo de renovar la prosa castellana, anclada en los modelos decimonónicos.

Las obras más destacadas de Azorín son: La voluntad, Antonio Azorín ,Las confesiones de un pequeño filósofo, Los pueblos y Castilla. Las tres primeras son novelas peculiares, próximas al ensayo, que dan rienda suelta a sus reflexiones diversas y a evocaciones del paisaje, enlazado con un tenue hilo argumental. Los otros dos son colecciones de artículos y relatos que rememoran viejos recuerdos, o antiguas lecturas.

Pío Baroja se dedicó casi exclusivamente a la novela. Para él la novela es un género en el que cabe todo: desde la reflexión filosófica o psicológica a la aventura, la crítica, el humor, etc.

Todo ello aparece en su obra, aunque su reverencia por la acción determina la preferencia por temas de aventuras. Sus protagonistas suelen ser seres inadaptados que suelen fracasar en su lucha vital. Es muy importante también el diálogo, sencillo y verosímil. En su estilo destaca, además, la maestría en la descripción. Destacan en muchas de sus novelas características propias del folletín: temas de aventuras, gusto por los bajos fondos o presencia de héroes tópicos.

El autor organizó sus obras en trilogías. Se suelen dividir en dos etapas. La primera se caracteriza por la variedad temática. Incluye alguna de sus mejores obras como Camino de perfección , El árbol de la ciencia o la trilogía “la lucha por la vida”. En la segunda etapa se observa el predominio del relato de transfondo histórico. Destacan Memorias de un hombre de acción.

Para Miguel de Unamuno la novela era un medio de interpretar la realidad. El ellas desarrolla los temas que le obsesionan. Sus novelas se centran en el conflicto íntimo de los personajes, generado por una estricta trabazón familiar.

Comenzó su producción con Paz en la guerra. Niebla, subtitulada “nivola”, presenta la lucha contra el determinismo, a través del enfrentamiento de su protagonista, Augusto Pérez, y su creador, el novelista. Abel Sánchez trata el tema del cainismo hispánico, es decir, al odio fraticida de origen bíblico basado en la envidia. San Manuel Bueno, mártir plantea el tema de la pérdida de la fe, a través de un cura rural que sustituye su falta de fe por la voluntad de creer. También es importante su producción ensayística con obras como La agonía del cristianismo, Del sentimiento trágico de la vida. También escribió poesía, destacando El Cristo de Velázquez.

En el teatro, aunque hubo intentos fallidos de renovación, fue determinante la aportación de Valle-Inclán.

Las primeras obras de Valle Inclán entran dentro del modernismo. Destacan, sobre todo, las 4 Sonatas y Flor de santidad. En verso destaca La pipa de Kif y en teatro Comedias bárbaras, Divinas palabras, que culminan en la gran innovación que supone el esperpento con Luces de bohemia. Valle se alejó del teatro simbolista con la incorporación de personajes con lenguaje y actitudes realistas, tratados de forma irónica. Su teatro evolucionaría con el tiempo hasta llegar a la gran renovación que supuso el esperpento.

Destaca, además, la alta comedia decimonónica que deriva en la comedia burguesa o de salón. Surgen nuevas tendencias afines al modernismo. La obra de Jacinto Benavente se vincula a la estética simbolista, aunque luego evolucionó hacia un conservadurismo estético e ideológico. Otra tendencia de raíces modernistas es el teatro poético. Con el tiempo evolucionó hacia un teatro histórico en verso que renuncia al cosmopolitismo para replegarse en el casticismo. A esta línea pertenecen Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina.

Por lo que se refiere a la poesía, habría que añadir dentro de la generación del 98 parte de la producción de Antonio Machado, a partir especialmente de su obra Campos de Castilla. En prosa destaca su obra Juan de Mairena.